CAMINARON A SANTIAGO.

Todas las religiones tienen lugares santos de peregrinación y, por lo tanto, peregrinaciones. En la Cristiandad Occidental, al lado de numerosas regionales, hay tres grandes peregrinaciones: a Jerusalén, a Roma y a Santiago de Compostela, en la esquina noroeste de España. La tradición cuenta que allí está enterrado el apóstol Santiago el Mayor, el patrón de España. Durante toda la Edad Media, hasta la Reforma y hasta todavía después de ella, miles de peregrinos procedentes de toda Europa se dirigieron a Compostela por el tradicional Camino de Santiago, o navegaron por mar desde Inglaterra y Escandinavia. Venían para dar culto, para rezar y para hacer penitencia; pero también hubo pícaros y aventureros. Entre los peregrinos hubo nombres muy conocidos; pero no solamente de esos, y tampoco de los muchos caballeros, monjes y clérigos, se conservan relatos y descripciones en las que narran sus impresiones sobre la peregrinación; pero también conservamos relatos de aquellos peregrinos normales que, procedentes de Nurenberg, Colonia, Ausburgo, Praga y Ehingen, recorrieron durante muchos meses el Camino al entonces “fin del mundo” y dejaron por escrito sus impresiones sobre él. En este libro de relatos de peregrinaciones hacia el “Finisterrae”, el fin del mundo conocido en la Edad Media, los investigadores alemanes del fenómeno jacobeo Klaus Herbers y Robert Plötz, ponen al descubierto las diversas motivaciones e intereses que guiaban a los peregrinos a Santiago de Compostela en esa época a través del estudio de los textos que nos legaron. De particular interés resulta el papel desempeñado en el aumento del fervor peregrino por el favorecimiento cristiano al culto de las reliquias y los milagros, siendo también de destacar el aumento de las motivaciones extrarreligiosas, presentadas como una visión teológica de la totalidad. El verdadero trasfondo personal del peregrino en muchas ocasiones no solo se puede obtener indirectamente pues tampoco aparece explícito en las “guías”, bien sea el Liber Sancti Jacobi o la de Hermman Künig von Vach. El testimonio que dejaron esos peregrinos, sirvió en aquel año de 1999, cuando se celebró el último año jubilar compostelano del siglo, para señalar la vigencia del Camino de Santiago, que se muestra como un elemento vertebrador y de cohesión en el espacio común europeo de excepcional valor y vigencia en sus dimensiones de intercambio de ideas, saberes, unidad de la fe y hasta mestizaje cultural