CAMINO DE SANTIAGO.

El autor aborda este relato de peregrino desde una perspectiva entre curiosa y original, pues va recorriendo la Ruta Jacobea parándose en muy diversos lugares en los que, como adelanta el título del libro, recorre el itinerario dejándose llevar por su intuición a la hora de encontrar ayuda y acomodo sin que la hospitalidad sea objeto negativo, y así como hubo un tiempo en el que los peregrinos iniciaban su camino en la puerta de su casa, con el paso de los días, se veían obligados a caminar maltrechos y careciendo de alimentos, ropa de abrigo o calzado, de tal manera que la costumbre era que al llegar a pueblos o aldeas llamaban a las puertas implorando caridad, pero recibiendo como respuesta un “Dios te ampare, peregrino”.

Como narra el autor, había momentos de su peregrinar a Compostela donde les sorprendían los temporales o les pillaba la noche a la hora de buscar refugio. Las enfermedades, la humedad, el frío y el hambre fueron causa de muchos fallecimientos y sus cuerpos eran enterrados de manera anónima, allá donde les encontraban. La historia que aquí se relata trata precisamente de aquellas épocas.