HUELLAS.

VIVENCIAS DE UN CAMINANTE

Una mañana de junio, el autor, emprendió el Camino de Santiago en Roncesvalles, al pie de los Pirineos. Lo que en un principio era sólo un desafío o apenas una aventura para ser contada, fue convirtiéndose en una vivencia llena de paz y tranquilidad que le hizo olvidar las dificultades de los primeros días y disfrutar de la grandeza del camino y de los paisajes maravillosos que lo rodeaban, marcados por verdes campos, bosques surcados de arroyos, praderas sembradas de cultivos e inmensas planicies despobladas donde reina la soledad y el silencio. Es un museo al aire libre repleto de monumentos y joyas artísticas, y surcado de pequeñas poblaciones, caseríos y aldeas diminutas que han nacido gracias al paso permanente de los peregrinos. Este panorama maravilloso es de por sí razón suficiente para recorrer el Camino, pero son los peregrinos y las personas que viven en su entorno quienes, por su comprensión y tolerancia, y su voluntad de amparo sin esperar recompensa, le dan vida y lo hacen inolvidable. La vivencia del Camino dejó en él huellas tan profundas que al escarbar suavemente en la memoria, no se agotan los recuerdos.

El autor se presenta a sí mismo como: << hijo de Don Ramón y Doña Doloritas. Él un hombre cabal y maestro consumado, distinguido por la rectitud de proceder, la pasión por la verdad y el culto a la mujer. Ella, con su sencillez humilde y su ternura me enseñó, con su ejemplo, el valor de lo bueno y de lo noble, la satisfacción de hacer el bien, la aceptación, sin protesta, de las circunstancias adversas, y la actitud  permanente, sin alarde, de ayudar a quienes más lo necesitan, aun sacrificando su propio bienestar. Ellos, al llamarme Santiago, me señalaron el Camino.

Ficha técnica

Autor
Agudelo Mejía- Santiago
Sección
II
Número de Libro
107
Idioma
Castellano
Año de Publicación
2005
Editorial
Sin Definir / El Autor
Donado por:
El Autor