CAMINO DE LAS ESTRELLAS.

Esta publicación tiene dos partes diferenciadas y ambas muy interesantes. Por una parte está el recorrido literario que su autor, Jean- Yves Grégorie nos hace sobre esta ruta a Compostela; y por otro una colección, magnífica, de un centenar de fotografías del Camino, que mayoritariamente dedica al camino físico, sin olvidar algunas instantáneas de monumentos y paisajes que atinadamente recorre pero donde otorga principalmente el protagonismo a los caminos físicos y al entorno paisajístico del recorrido. El propio autor reconoce en la introducción del libro cuál es el motivo de esta aventura literaria en torno al itinerario jacobeo cuando dice: “muchos viajes son la culminación de un sueño o la realización de un deseo repentino. En mi caso, el deseo de andar se impuso progresivamente, y con fuerza durante el año 1995. Desde hacía mucho tiempo conocía los placeres que procuran los paseos y vagabundeos de algunas horas o de una jornada, pero nunca había sentido la necesidad de partir para un largo periplo. Durante ese periodo, me pareció que sólo la marcha conseguiría transmitirme los sentimientos de independencia y libertad que necesitaba. Ocupar un asiento en un avión o en un tren, montar en bicicleta, a caballo o en dromedario…, todo se reduce a dejarse llevar de un sitio a otro. Andar es un acto voluntario que requiere de implicación total. Es también un reencuentro con el primer modo de desplazamiento utilizado por el hombre desde sus orígenes. Convencido de que mi motivación provenía de una aspiración profunda y no de un capricho pasajero, quedaba encontrar una forma de marcha que pudiera corresponderme. No me sentía atraído en absoluto por el senderismo o los trekking lejanos que imponen una logística y también obligaciones. Vivo a caballo entre París y la costa vasca. Estando en una librería de San Sebastián, hojeé por casualidad una guía que describía el Camino de Santiago de Compostela a través de España. Mi decisión estaba tomada: haría el Camino de Santiago. Durante mucho tiempo creí que el hallazgo de aquel libro y la decisión que resultó del mismo fueron fruto del azar. Viniendo de un cristiano no practicante de convicciones frágiles, mi elección tenía algo de insólito que sorprendió a  mis amigos y conocidos”