A CHACUN SON CHEMIN

 DE VEZELAY A SAINT JACQUES DE COMPOSTELLE

A finales de junio de 1986 me encontré, un poco por casualidad, con un grupo de profesores que iban a salir en peregrinación hacia Santiago de Compostela. Iban en bicicleta. Me uní al grupo, en primer lugar porque me tentó la aventura deportiva: partiendo de Vézelay, en Borgoña, íbamos a tratar de alcanzar Santiago, que se encuentra al noroeste de España.

Millones de peregrinos habían ido a Compostela desde la Edad Media. ¡Cómo! Millones de personas andando hasta Galicia cuando, en realidad, no es seguro que los restos del santo descansen allí. ¿Todas aquellas personas eran inocentes hasta ese punto, o quizá víctimas de una vasta superchería?

De todos modos me importa poco si, efectivamente, Santiago está enterrado en Compostela. Lo que cuenta para mí es el camino, andar, la marcha. Podríamos preguntarnos qué empuja a la gente, aún hoy, a dejar su casa y quizá a su familia y a ponerse en marcha durante algunas semanas o incluso meses.

En concreto, me encontré en el camino con una madre de familia numerosa que había salido sola con su bicicleta y con una pareja de Anvers de 65 años que habían salido a pie de su casa hacía seis meses. ¿Qué es lo que motiva a las personas a perder todo ese tiempo, a tomarse todo ese tiempo para llegar a Santiago? En lo que me concierne, me gustaría hacerles partícipes de los motivos que me afirmaron a los largo de toda la peregrinación.

En primer lugar, estaba contento de haberme fijado, por una vez, un objetivo muy preciso, una meta en la que iba a centrar todas mis energías durante casi tres semanas. Ya saben que, con frecuencia, hacemos muchas cosas al mismo tiempo, estamos en misa y repicando, nos movemos de un sitio a otro, nos cansamos de una ocupación a la otra, dispersamos nuestra energía para llegar a todas partes y a menudo no llegamos a ningún sitio. Es agotador y frustrante.

Así, la peregrinación me había fijado el rumbo a seguir durante tres semanas. Poco importaban el viento, la lluvia, los puertos, las colinas o los pinchazos. En la vida también necesitamos un objetivo, la luz a seguir para no perderse. <<Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida>>.

No todas  las etapas han sido agradables. Recuerdo especialmente un día en el Macizo Central (Francia) donde había que escalar decenas de colinas y, para colmo, luchar contra el viento de cara. Al final de la tarde llegamos a lo alto de los montes de Aubrac. Entonces, desde la cumbre se nos presentaron un punto de vista y una panorámica excepcionales que disiparon, en parte, nuestro cansancio. Al día siguiente comenzamos la etapa de 20 kilómetros de descenso tras un agradable paseo bajo el sol del valle de Lot. Todo concuerda: era necesaria aquella etapa escarpada y ventosa de los montes de Aubrac para que apreciara mejor aún el largo y soleado descenso hacia el Lot. Entonces me dije: esas subidas, esas bajadas, el viento, el sol, la lluvia, los altibajos, son un poco como  la vida. De hecho, esta peregrinación es una síntesis dela vida. A todos nos cuesta aceptar los accidentes del terreno, los días fríos y desapacibles, nos cuesta aceptar los defectos de los demás y nuestros propios fracasos.

Sin embargo hay que darse cuenta de que para llegar a  la meta que nos fijamos un día hay un largo camino, obstáculos que vencer, dificultades que superar. En la vida, en la peregrinación de la vida, siempre hay etapas menos alegres, un poco más duras, pero que son obligatorias para llegar al final, son pruebas que debemos aceptar porque nos llevan un poco más lejos, un poco más adelante en el camino. Después, aunque nos caigamos, aunque tengamos que poner un pie en el suelo, aunque tengamos un pinchazo, un revés, “lo arreglamos y seguimos”. Aunque nos caigamos o si nos sentimos débiles, frágiles o pecadores, hay que seguir avanzando, hay que continuar tolerando el fracaso, aceptando la debilidad ya que sabemos que estamos en el camino, y que no estamos solos.

Durante todo el camino de Santiago el peregrino siente la presencia de millones de personas que han recorrido el mismo camino antes que él. A cada paso, a cada pedalada, se acerca a Dios. En Puy el peregrino se siente muy pequeño al pie del pico rocoso sobre el que reina una iglesia que ofrece a Dios a la mirada de todos los hombres. En Conques, Burgos, León, en la cumbre del Cebreiro el peregrinos se detiene, boquiabierto y se dice: <<Aguanta, que si se ha dedicado tanto tiempo, si se ha consagrado tanta energía para construir semejantes maravillas, debe ser por algo realmente excepcional>>. Sin duda. En el curso de sus vacaciones, de sus viajes, en sus avatares, usted también ha tenido la oportunidad de dar gracias por encontrar la imagen de Dios en su creación.

Ahora, les invito a peregrinas. Tomen la ruta de Joseph y síganle a lo largo de las páginas. Maravíllense, sufran, respiren con él. Salgan de Vézelay, síganle de cerca, llenos de esa dulce locura que se parece a la fe. Les será muy útil para trasladarse a las montañas. Ya están preparados para para perderse por el Allier, lucharán cara a cara con el viento en Velay. Temblarán en el camino de la bestia de Gévaudan. Oirán cómo la campana de la “dômerie” de Aubrac les invita a apurar el “aligote”. Tal vez adelanten a Joseph, ocupado en deambular por el valle del Lot. Espérenle más lejos, en Conques, por ejemplo, con un rosado o en Montbazens, probando el anís o cogiendo uvas en Moissac.

Pongan el piñón pequeño con Joseph para atravesar el Somport y entrar en España. en Navarra deberán enfrentarse al viento. El sol de la meseta castellana les dará un bronceado interesante. ¿Oirán cantar la gallina de Santo Domingo? ¿Seguirán siendo peregrinos dignos a pesar de los cubalibres que descubrirán en cada aperitivo? Nunca pierdan el valor, acepten las dificultades y disfruten las bellezas de los lugares que van de Burgos a León.

Les espera la verde Galicia, apenas más fresca y llena de subidas y bajadas. ¡Aleluya! Santiago a la vista. La recompensa está cerca. Aquí está la plaza del Obradoiro y el Pórtico de la Gloria. ¡Ha llegado su día de gloria!

Ficha técnica

Autor
Boegen- Joseph
Sección
XV
Número de Libro
30
Idioma
Francés
Año de Publicación
1987
Editorial
Sorbier-Arlon