A PROPOS D'UNE STATUE D'ERASME PÈLERIN

Cuando la localidad de Anderlecht consiguió en 1931 una vieja mansión inventariada durante los planes catastrales del siglo XIX bajo la denominación “Casa de Erasmo” con el fin de organizar allí un museo en el futuro, tan sólo una escultura decoraba el arranque de la escalera, la de Erasmo. Los antiguos propietarios siempre conocieron su existencia, a decir verdad, nunca se habían preguntado la razón  de ser de esa estatua, a la que de niños a veces le habían golpeado la espalda al deslizarse por la gran barandilla de madera en cuyo extremo Erasmo les servía de tope. El bastón de peregrino, rematado por una calabaza que Erasmo sostiene en su mano derecha se había roto en repetidas ocasiones, debido a la vivacidad de sus juegos, y se había pegado mal que bien. Esta escultura, en madera de roble, sin duda remonta a finales del siglo XVIII. La cara del humanista y las manos parecen haber sido esculpidas con mayor delicadeza que los pliegues de la amplia túnica canónica que le cubre hasta los pies. De la cintura le cuelga una gran limosnera…