CHEMIN DE ST. JACQUES

DU PUY EN VELAY À RONCEVAUX PAR LE GR 65

Es necesario desplegar el mapa de las antiguas rutas jacobeas por las provincias del sur para poder valorar el poder de evocación: se alargan, se atropellan, se aglomeran, todas desplegadas hacia el océano hasta desembocar al otro lado de los Pirineos donde, finalmente reunidas, forman el Camino Francés: vía majestuosa, casi plácida que honra, mientras lo espera, el término del viaje, única fuente de su existencia. Este itineraria secular nace de un origen oculto, como inmerso en la oscuridad de una profunda gruta. De repente, en el corazón de la Edad Media, afloran muchedumbres desordenadas que, con su impulso, manifiestan la identidad del viejo continente, preámbulo de las conquistas de esta civilización al asalto del mundo contemporáneo. Pero es en la dimensión del hombre (a su ritmo) donde se forja  esta red y toda su historia. El “Primer Itinerario Cultural europeo” debe su existencia al choque entre la piedra y el bordón del peregrino. De este modo, los conjuntos monumentales y prestigiosos que se construyeron en la antigüedad en Conques, Rocamador, Moissac, Toulouse, León y Burgos, esa inmensa epopeya ha privilegiado la fuerza simbólica de las referencias más humildes: refugios ubicados en un santuario modesto o un simple hospicio para acoger a los “pobres errantes”. Aubrac, Roncesvalles y Monte del Gozo proclaman, en los vastos espacios donde se conmueve la humanidad, la certeza de la aurora que se levanta. Aubrac: masa sombría en un recodo de la ladera tras una travesía sin fin por el macizo cubierto de peñascos amenazadores y dispersos. Refugio tantas veces citado, transformado en mito. Adalardo fundó la Dômerie, verdadero puerto donde irán a parar los viajeros extraviados por las tormentas. La campana tañe siempre entre la niebla, guardián trivial del bullicio de las ciudades, testigo vigilante y genuino que alerta nuestras conciencias, eco fiel de tantos hombres y mujeres en busca de la verdad. Aubrac es el culmen de un día previo a la nueva partida matutina: las ineludibles asperezas del camino y de los insidiosos pantanos de Malpertus han ajado la esperanza del caminante. Pero aquí, una vez aliviado, descenderá ágilmente el profundo valle del majestuoso Lot para conquistar ricos y generosos territorios de Pays d’Oc.

Roncesvalles: una estela en la cumbre del puerto parece retener un último eco de la llamada desgarradora del hombre agotado que, en un impulso, vence la desesperanza y se transforma en un gigante: anuncia la victoria de Durendal, la que dividió la roca de Gavarnie y que fue a hendirse en acción de gracias aquí, en Rocamador, donde una antigua campana proclama a los vivos que un alma acaba de escapar de los peligros del furioso océano.

Monte del Gozo: un sencillo monte que con la cercanía se descubre más elevado. Es allí donde el vigilante, el primero, anuncia la silueta del santuario, llamada de reunión para mostrar la iluminación de la estrella sobre Santiago, en honor a la creación por entero. El Monte del Gozo, última referencia. Un silencio en el pentagrama de una letanía que no parece acabar y que, por último, encuentra su alegre final en el agotamiento de los últimos pasos anónimos.

Ficha técnica

Autor
Laborde-Balen- Louis// Day- Rob
Sección
XV
Número de Libro
6
Idioma
Francés
Año de Publicación
1992
Editorial
Randonnées Pyrénéennes