PEREGRINAR A COMPOSTELA EN LA EDAD MEDIA

A la hora de hacer la reseña de este libro lo primero que debemos de anotar es que se trata de una publicación bellamente ilustrada por una colección de dibujos que lo hacen especialmente atractivo y que corresponde a una edición de la Fundación de Santa María la Real del Patrimonio Histórico en la que sus autores son destacados protagonistas. En la presentación del libro se dice textualmente que <<acudir hasta un santuario para venerar las reliquias allí depositadas, confiar plenamente en la protección de los santos, convivir con el milagro, fueron parte esencial de la cultura medieval, un tiempo en el que lo maravilloso formaba parte de lo cotidiano>>. A lo largo de la Edad Media hubo dos actitudes muy diferentes frente al viaje: la de aquellos que apenas se movieron del lugar en que habían nacido y la de quienes pasaron su vida en el camino. La primera fue muchas veces obligada, como es el caso de los campesinos adscritos a la tierra; la segunda constituyó para otros, una forma de vida. El libro recoge una serie de ilustraciones aclaratorias y ciertamente bellas cobre los que representó el peregrinar a Compostela en la Edad Media, que fue tiempo o de prodigios y milagros. Cualquier obra literaria o crónica histórica de entonces está salpicada de acontecimientos milagrosos, curaciones increíbles o hallazgos asombrosos. Todo se interpreta en clave divina, cuyo testimonio tangible, el más cercano y el único con posibilidad de acceso, son las reliquias. Sobre el Camino de Santiago se señala que en Compostela un peregrino no tenía ninguna obligación especial, no había ningún rito forzoso, aunque si era necesario el confesar, escuchar misa y rendir sincera veneración al Apóstol, y sobre ello escribe en profundidad este libro