CLAVES OCULTAS DEL CAMINO DE SANTIAGO. DE LOS PETROGLIFOS AL OBRADOIRO
El mundo cristiano del siglo IX se conmocionó con la noticia: en los confines de la costa cantábrica española, en el aislado reino de Galicia, unas extrañas luces indicaron a un ermitaño llamado Pelagio dónde se hallaba la tumba del apóstol Santiago. El origen de este rumor que recorrería toda Europa se sitúa a comienzos del siglo IX d. C., cuando las autoridades locales se interesaron por los extraños acontecimientos que tenían lugar en un antiguo cementerio romano conocido con el nombre de Libredón. El encargado de dirigir las plegarias de los devotos cristianos en la iglesia coruríesca de San Fiz de Solovio viajó entonces hasta la localidad de Iria Flavia –el actual Padrón–, para informar al obispo Teodomiro sobre los fenómenos que se estaban produciendo en ese antiguo cementerio.